El título que le he dado a esta entrada es el que le
dio Pablo Neruda a sus memorias y resume de forma magistral, en cuatro palabras
que son poesía en estado puro, lo que a continuación intentaré expresar.
En el momento actual, preparo mi vuelta a España. Tengo
más experiencias que compartir, y lo haré en sucesivas entradas que completen
mi visión de Chile. No obstante, creo que es un momento de reflexión y de
palabras para los que han hecho posible esta maravillosa experiencia.
En primer lugar quiero mostrar mi agradecimiento al
Grupo en el que trabajo, el Grupo Santander. En tiempos en los que el sector
bancario mundial tiene su imagen muy deteriorada, me siento orgulloso de pertenecer a una gran
empresa, líder en fortaleza económica y que cuida del desarrollo, humano y
profesional, de los que trabajamos en ella. Mis compañeros chilenos, han
conseguido que me sintiera arropado y en todo momento han estado junto a mí
para hacer de esta pasantía una vivencia enriquecedora e inolvidable.
En segundo lugar, a mi familia. Sin su generosidad, no
me habría posible separarme de ellos durante este largo periodo de tiempo,
habiéndoles negado mi compañía, aunque seguro que en algún momento disfrutaron
de mi ausencia, para qué nos vamos a engañar. Me siento en deuda con ellos y
procuraré compensarles.
Otra mención especial merecen mis compañeros de
pasantía. Venidos de distintas partes del mundo, hemos compartido nuestras
distintas formas de entender la vida y estado juntos en momentos maravillosos y
en otros no tanto, aunque nunca faltó el apoyo y la sonrisa de los demás para
el que no estaba en su mejor día. Baste decir que nos denominábamos “la familia”.
Su recuerdo me acompañará allí donde vaya y estoy seguro de que nos volveremos
a encontrar. Gracias por vuestra sonrisa, compañía y cariño y sólo siento no
haberlo podido expresar en trece palabras, tope que nos poníamos en los correos
electrónicos para los compañeros que no tenían el español como lengua materna.
He conocido personas acá que me han dado lecciones de
vida que no olvidaré jamás. Luchadores, tenaces y hermosos por dentro, da igual
las condiciones que les haya tocado vivir para dar lo mejor de ellas cada día. Gracias
a su ejemplo, he renovado mi compromiso de tratar de ser mejor ser humano cada
día. Siempre tendrán su lugar en mi corazón.
No he podido cumplir al cien por cien mis ambiciosas
aspiraciones que declaré en mi primera entrada. Pero he conocido un país de
belleza casi infinita, poblado de gentes afables y buenas. Chile tiene que ser
un destino irrenunciable para todos aquellos a los que les gusta viajar y
disfrutar de la naturaleza.
Regreso a mi España querida en uno de los momentos más
complicados de las últimas décadas y de gran incertidumbre. Pero lo hago con
las pilas cargadas, pleno de fuerza, de optimismo y de ganas de contribuir a
que salgamos de este estado de tristeza colectiva que se adivina en la
distancia.
Termino como empecé, con una frase de los sabios que
además saben manejar el lenguaje. En este caso, es de R.M. Rilke:
“Ningún poder de la tierra podrá arrancarte lo
que has vivido”
Muchas gracias por estar ahí y os deseo de corazón que paséis Felices Fiestas y que se cumplan todos vuestros deseos en el 2013.
Palabras perfectas con sentimiento!
ResponderEliminarJota, gracias por tener un papel clave en esta familia.
Confieso que he vivido.
Gracias por tus sentidas palabras. He tenido mucha suerte de que te cruzaras en mi camino. Nunca dejes de regalar tu sonrisa. La familia habría sido otra cosa sin ti.
ResponderEliminarSe te nota enamorado de ese país (algo perfectamente comprensible para quienes hemos seguido tu blog) Incluso se te ha pegado la forma de hablar (la pasantía, el acá). Te traes de vuelta un montón de vivencias que ya forman parte de tí. Para siempre. Enhorabuena, porque ha sido una experiencia maravillosa.
ResponderEliminarMuchas gracias, Enrique. Ciertamente ha sido una experiencia inolvidable. No podía dejar de compartirla con quisiera acompañarme.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo y felices fiestas.